martes, 15 de enero de 2008

Una de gatos.


El "Puxito" ha venido como un soldado después de la batalla. Ha perdido el collar, cojo de la mano derecha, lleno de arañazos con perdida de mechones de pelo, cansado, tristón, en fin hecho un adefesio. Está claro, que los celos de los gatos son muy sufridos.
Cuando llegué al cortijo, estaba en la puerta de la cuadra de Manuel, hecho una bolita mirando al callejón donde vive su máximo rival. Paré, abrí la ventana y le llamé, me miró, pero siguió en su postura de observación y vigilancia. Después me siguió hasta el garaje, donde se acerco a mi maullando. Entró en la casa comió, bebió y se acomodó en su silla cerca de la mesa camilla.
Se ha dormido hasta llegar a roncar, pero cuando me levanté para ir a dormir, se preparó delante de la puerta con la intención de salir a dar una vuelta. Después se acomodará en el garaje junto a su amigo inseparable Onso. Es un perro, mi perro del que hablaré un día.

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