domingo, 20 de septiembre de 2009

Dejar de fumar, de una vez por todas. (Cuento corto).



El lugar no era precisamente lo mas bonito del mundo, pero tenia un encanto especial que lo hacia acogedor y simpático. Estaba situado entre dos sierras no muy altas, pero si muy arboladas, con todo tipo de especies mediterráneas. Bien ventilada tanto de aire atlántica como mediterránea. Y bien situada desde el punto de vista de la latitud. En resumen, un lugar sano y con buenas vistas.
El pueblo, uno de estos con mucha “remanente” árabe, estaba situado en la ladera de una colina, no muy alta, pero si lo suficientemente empinada como para que, cuando quieras subir a lo alto del pueblo, te pensaras muy bien si lo haces por el interior “calle arriba”, con el consiguiente ahorro de tiempo, no de esfuerzo. O por el contrario, tomabas la carretera y parándote de vez en cuando a mirar el paisaje, pasabas las cinco curvas hasta llegar a lo alto, bueno a lo alto tampoco es exacto, porque lo alto del todo, es la pequeña Alcazaba (en ruinas desde la desamortización), que era precisamente quien coronaba la cúspide de la colina. Los habitantes del pueblo le llamaban “El Castillo”.
Casi todos los pueblos establecidos en las laderas de colina y debajo del “castillo” son pueblos que miran al Sur. Y este no quería ser menos, ofreciendo el blanco de las casas y de los edificios al resplandor del Sol durante la mayoría del día, sobre todo en verano.

Pero este día, cuando se desarrollan los hechos, es un día mas bien desapacible y frío. Las nubes cubren el ochenta por ciento del cielo. No son nubes claramente de agua, pero tampoco son nubes totalmente blancas sin peligro de aguacero. El viento se mueve desde el poniente, y cuando viene de allí, es que ha traspasado el estrecho adentrándose desde el Atlántico. Ya sabemos que los vientos atlánticos, son mas bien frescos y húmedos. Por lo tanto había que aparcar el coche y buscar uno de los bares del pueblo, con la intención sana, de tomarse un café.
El bar no era muy grande, pero estaba muy bien estructurado. Tenia una ventana bastante grande que daba a la calle situándose a la izquierda de la puerta principal, conforme se entraba. En esta ventana estaba situada la plancha con una gran campana que recogía los humos de la misma. A renglón seguido estaban los fregaderos con una repisa amplia, que precedía a la gran cafetera de vapor de seis cazoletas. Posteriormente había un gran espacio, donde se situaban los jamoneros con sus correspondientes piezas, y por ultimo una maquina, para hacer los zumos naturales de naranja. Justo delante se situaba la barra, con dos fresqueras que ofrecían en sus fuentes correspondientes, tapas variadas, con un aspecto inequívoco de estar recién hechas.
Los otros lugares del bar, estaban divididos en una parte con seis mesas de bar y separadas por un biombo de rombos, el comedor con una docena de mesas de todos los tamaños. El rincón del fondo a la izquierda, era el lugar de la mesa “grande”. Una mesa de mas de doce plazas, que respaldada por un gran cuadro de caza, parecía esperar, la típica comida de amigos o familiares.
El resto de las mesas, estaban perfectamente montadas con sus cubiertos, platos y cristalería, esperando que alguien se sentará y pidiera la carta o emitiera la famosa frase de “que tenemos hoy para comer” ?. Pero a la hora en que se produce esta historia, aun no era la hora habitual, por lo que el comedor estaba solo y silencioso, esperando la hora de uso a mediodía.
Vi una mesa cerca de una ventana, justo enfrente de la barra y a la derecha de la entrada. Me encaminé a ella y tome asiento, justo en el lugar que me permitía ver por la ventana, observar casi todo el bar, y estar relativamente lejos del bullicio de la barra, donde unas diez personas se acomodaban tomándose su consumición sin prisas, dialogando o no, de forma indolente y despreocupada. Algunos fumaban sus cigarrillos y en la esquina de la barra, sentado en una banqueta, apoyaba el codo en la barra, mientras hojeaba un periódico. El individuo un hombre de unos sesenta y cinco años, chupaba su pipa de marinero, mientras su café en la barra, humeaba también, aunque con menos furor.
Esperé un minuto, y como vi que nadie del establecimiento se acercaba a preguntarme, decidí acercarme a la barra, para pedir un café con leche, a uno de los dos camareros que atendían de forma efectiva la misma. El muchacho, de aspecto limpio y educado, me dijo: “Enseguida señor, perdone que no le hayamos atendido en la mesa, es que normalmente los clientes piden y se lo llevan a su mesa, sin problemas, es costumbre aquí”... Le contesté que no importaba, y que no tenia prisa. Esperé a que me lo preparara y observé que a través de un espejo en la pared se podía ver quien entraba o salia del local.
Precisamente en aquel momento entraban dos mujeres se pararon y miraron el bar, como intentando saber si alguien conocido estaba dentro, después de consultarse mutuamente, decidieron sentarse justo en la mesa que estaba inmediatamente a la mía, al otro lado de la ventana.
Cogí mi café, y me dirigí a mi mesa. Coloqué mi “macutillo” encima de la misma y me disponía a mover con la cucharilla, para que el azúcar hiciera su trabajo, cuando oí a una de las mujeres decir: “
Eres libre para fumar, para pensar en dejarlo o no, para tomarte tu tiempo... Pero si rompes las cadenas que te atan a la nicotina, sabrás de verdad qué es sentirse libre”...
Pensé que esta frase la había leído u oído a alguien... pero no caía en ese preciso momento, de donde, como y quien lo había dicho. Recuerdo que la frase me hizo pensar, en una palabra, es una de esas frases que me impactan... Me apunté la frase.
Mientras tomaba el café, de forma disimulada, observé a las dos mujeres. Ambas tenían unos treinta años, mas o menos, una de ellas la que había dicho la frase, era rubia con los ojos azules, la otra tenia un pelo castaño y unos ojos de color, entre el azul el gris y la miel... esos ojos de color claro, pero indefinido. Esos ojos, que cambian dependiendo de la luminosidad del ambiente. Las dos vestían ropa de calle, lo hacían de forma sencilla y elegante, como no queriendo llamar la atención. Perfectamente conjuntadas. El maquillaje también sencillo, con leves toques en los ojos y en los labios.
La mujer de pelo castaño, estaba justo enfrente de mi. La rubia su compañera se sentaba enfrente de ella, por lo tanto me daba la espalda, una vez sentada.
La mujer de pelo castaño, la de los ojos bonitos, sonreía mientras le decía a su compañera: “No se porque os habéis empeñado todos en que deje de fumar” ?... sacaba de su bolso una cajetilla de tabaco rubio y tomó un cigarrillo colocándoselo entre los labios, se dispuso a encenderlo con un encendedor de oro macizo. Chupó con fuerza y exhaló el humo, que llegó hasta mi espacio en la mesa. Se levantó y pregunto a su amiga: “quieres café con leche verdad” ? Y como no le respondió, se dirigió con paso firme a la barra para pedir: “Pon lo de siempre Rafa”... Ella, mientras “Rafa” preparaba la comanda, miró al rincón donde estaba el “señor de la pipa” y lo observó unos segundos, como pensando... “A este hombre lo conozco yo”... seguidamente cogió los dos cafés y los llevó a la mesa. Su amiga le dio las gracias y se dispusieron a tomárselos.
Su amiga la rubia, tomó un sorbo y mirándole a la cara le dijo: “Tienes que tomártelo en serio” a lo que respondió: “Es que no encuentro un solo motivo para hacerlo“ y le dice la rubia: “Mira Mar, La solidez de los motivos dependen de cada persona. No creas que los motivos que marca la sociedad son los buenos; tú debes encontrar los motivos que sean sólidos para ti, aunque al resto de la humanidad le parezcan una tontería“...
También me suena, ummm... me parece que voy a presenciar una discusión muy interesante, espero que no se enfaden, no lo creo, tienen pinta de ser amigas desde hace mucho tiempo, creo que estas dos mujeres, se conocen bien y ademas, se respetan mutuamente. Son amigas... Bueno ya se que la fumadora se llama “Mar”... como se llamará la rubia ?. No hago mas que pensar eso, cuando Mar le dice: “Mira Olga, dame un motivo y un sistema que me ayude de una vez por todas a dejarlo !!!. Sabes que lo he intentado varias veces y siempre caigo... Es que los problemas y la dinámica diaria, no me ayudan precisamente a tomar la decisión, ayudame !. Por cierto, mira al hombre de la pipa, en la esquina de la barra... Lo conozco y no sé quien es. Tu lo conoces ?“... Olga, así se llamaba la mujer rubia, miró con disimulo y bajando la voz contestó: “Si, Mar, es el escritor que viene todos los otoños un par de meses, es el que está escribiendo un libro sobre la historia del castillo y quien vivió allí en su momento...” después de beber un sorbo, apostilló “No lo recuerdas ?”.Olga pensó y dijo: “Ah, si ahora caigo... es un hombre muy simpático, un día me dijo que fumar cigarrillos mata, pero la pipa no”... “que tontería” replicó Mar, “El tabaco es malo hasta durmiendo, y bueno, no me distraigas, si te ha dicho el medico que tienes que dejar de fumar, ya tienes un motivo mas, para hacerlo, pero si quieres, te doy algunos mas Mar... mira, si quieres que te ayude, ya es una muy buena razón... Enhorabuena: has tomado una de las decisiones más importantes de tu vida. Dejar de fumar es sencillo, porque los seis pasos que debes seguir están muy estudiados y son muy claros: Busca tus motivos... me imagino que los tienes ? Elige tu día D. ea! El día 15...Prepárate... Vive tu día D... Mímate los días siguientes... cuidate mucho... y sobre todo Mar, Mantente sin fumar. Y recuerda, que cuanto más sólidos sean tus motivos para dejar de fumar, más estable te sentirás durante el proceso de dejarlo...
No hice nada mas que oírle decir aquello, y sin contenerme exclamé dirigiéndome a las dos: “Así me gusta, que os ayudéis a tomar una buena decisión. Creo que es lo mejor que puedes hacer...”.
Ambas quedaron sorprendidas por mi reacción, se miraron con extrañeza y después de unos segundos Mar, me sonrió diciendo: “Oiga, no me diga que estaba usted escuchando lo que hablábamos ?” le respondí, mientras sonreía: “Señora, es inevitable oír lo que hablan ustedes, cuando están a menos de dos metros de mi, de todas formas, perdonen mi intromisión, pero no lo he podido evitar, y en honor a la verdad, es que estoy muy sensible con el tema del tabaco y el fumar o no fumar... de hecho, estoy en este pueblo intentando localizar a una persona, para darle, digamos... una mala noticia...” me tome un respiro, dejé que lo hablado hiciera su trabajo y proseguí: “permitan que me presente, soy el doctor Vargas, del Hospital Oncológico de Valencia”... Olga me tendió su mano y sonriendo dijo: “Encantada doctor, soy Olga, la Dinamizadora Guadalinfo de este pueblo... ella es mi amiga Mar, mi amiga de siempre, que también trabaja en Guadalinfo, concretamente en el pueblo de al lado”...Mar, alargó la mano y dijo: “Mucho gusto, encantada de conocerle, mi amiga está empeñada en que deje de fumar, y creo que esta vez lo va a conseguir”... Creí oportuno invitarlas a que se sentaran conmigo, por lo que les dije:” Me permitís que os tutee, porque no os sentáis conmigo ?” Olga apartó la silla que había a su lado y dijo: “Por favor, siéntese usted con nosotras, quiere tomar algo ?, vamos a ver si entre los dos convencemos a esta testaruda maravillosa a que deje el puñetero tabaco de una vez, siéntese, por favor”. Ante la amable insistencia, cogí mi “macutillo” y me senté entre las dos, depositando mi plato con su taza, encima de la mesa. Mar apagó el cigarrillo en el cenicero y lo puso encima de la mesa de al lado.
En un principio se produjo un silencio quizás un poco largo, hasta que Olga preguntó: “Doctor, si no es mucho preguntar, ha dicho usted que buscaba a una persona para darle una “mala noticia” ?, se puede saber de quien y de que se trata, le podemos ayudar ?”. Lo pensé brevemente y decidí... “Pues en honor a la verdad, acabo de llegar, me gustaría saber si hay un hotel o una pensión que sea razonablemente aceptable, quiero pernoctar y mañana con tiempo buscar a la persona en cuestión”... No creí conveniente dar mas detalles, ya que se me había escapado lo de “mala noticia”, pero se habían ofrecido amablemente y tampoco quería dejarlas “fuera de juego” por ello. Así que dije sonriendo: “Pues venga Olga, me ofrezco para reforzar los argumentos, para que Mar deje de fumar. Creo sinceramente que puedo ayudar. Pero también creo que Mar, ya está convencida de que debe hacerlo, así que lo que podemos hacer, es pedir una botella de Cava y brindar por el éxito. Os parece ?”
Ambas sonrieron y dijeron que era muy buena idea, Olga se levantó y dirigiéndose a la barra dijo: “Rafa, por favor, sirve una botella de cava, traete unas copas también.” y levantando la voz un poco, dijo: ”Y si alguien quiere brindar por una buena causa... que venga, está invitado también”... Todos volvieron la cara, y aunque no muy sorprendidos, se extrañaron de que yo, estuviera sentado en una mesa, con las dos amigas Dinamizadoras de Guadalinfo ?, pero después de satisfacer la curiosidad, se volvieron de nuevo a sus posiciones anteriores, siguiendo con sus quehaceres previos, como si nada hubiera pasado. Solo un hombre, el de la pipa, pagó su café, depositó el periódico sobre la barra y se dirigió despacio hasta la mesa que ocupábamos cerca de la ventana.
El hombre de la pipa, llegó y cogió una silla, y antes de sentarse, dijo: “Muy buenas, me llamo Pío, he oído que hay que brindar por una buena causa, y si quieren ustedes que les diga mi verdad, para eso, siempre estoy dispuesto, aquí me tienen dispuesto a brindar... con su permiso” y se sentó con cierto desparpajo, entre Mar y yo. Fue ella quien dijo: Esto me suena a encerrona, aquí estamos vendiendo la piel del oso, antes de cazarlo, pero mirad, si se trata de brindar y es en buena hora, que alguien abra la botella y escancie el cava, brindemos !!!.
Pío, que así se llamaba el hombre de la pipa, tomó la botella que había depositado Rafa encima de la mesa y después de preparar convenientemente las copas, se dispuso con parsimonia y bastante experiencia, al trabajo siempre delicado de abrir una botella de cava. Y así ocurrió, ya que a pesar de que la botella estaba bastante fría y había sido movida en demasía, fue abierta y no se derramó ni una sola gota. Las copas, estaban con su cava dentro, esperando que cada cual la tomará para proceder al brindis, y fue en este orden, que cada cual cogió la suya: Olga, Mar, yo mismo y por ultimo Pío, que tomandala dijo: ”Bien, pero porqué vamos a brindar ?”... Olga, dijo con cierta solemnidad: “Mar deja de fumar, lo ha decidido hoy mismo, y la decisión se merece el brindis, le parece poco motivo para hacerlo?” Pío, entristeció el rostro y dijo con cierta solemnidad: “Ya lo creo, siempre he querido hacerlo, y nunca me he atrevido, el tabaco me esclaviza día a día, pero no soy lo suficientemente fuerte para tomar la decisión, pero parece como si todo estuviera escrito...esta mañana me he dicho a mi mismo, que tengo que dejarlo, así que si me lo permitís voy a ...Dejar de fumar, de una vez por todas. Brindemos por ello”... Se hizo un silencio... nos miramos a los ojos todos y alzamos la copa acercándola lentamente a la boca y bebimos de una vez su contenido.
En ese preciso momento caí que el nombre de la persona que yo buscaba en este pueblo recóndito, era precisamente Pío, Pío Rodrigás... y sin pensarlo, pregunté: “Pío, usted se llama don Pío Rodrigás de Valencia ?” “Si”, respondió, “soy el mismo, dígame, usted como sabe mi nombre ?”. No fui capaz de decirle en aquel momento, el porque yo estaba allí y sonriendo dije: “Disfrutemos de la vida, y brindemos por razones sanas y de peso, ya tendremos tiempo de lamentar, lo que la naturaleza nos quiera deparar a cada uno... brindemos de nuevo” y nos tomamos la botella entre los cuatro.
Pasamos al comedor cuando llegó la hora de comer, y comimos y bebimos en fraternidad, celebrando la promesa que habían hecho los dos Mar y Pío. La promesa de Dejar de fumar, de una vez por todas.
Al poco tiempo, compré en mi librería habitual, el libro que Pío había escrito sobre el pueblo del Castillo y aprovechando un puente de fin de semana lo metí en el “macutillo” y dirigiéndome al pueblo, llamé a Olga y Mar para invitarlas a cenar.
Quería estar con ellas y explicarles que mi visita el día de las promesas y del brindis era para darle una mala noticia a Pío. Quería decirle personalmente, que las pruebas hechas en el Hospital, habían salido muy mal y que le aconsejábamos una hospitalización inmediata.
No solo quería estar con ellas y disfrutar de una sencilla y sabrosa cena. Quería brindar por Pío, que nos había dejado, consecuencia de un terrible cáncer de pulmón. Nada se pudo hacer por el, ya que cuando se diagnosticó, estaba en una fase muy avanzada, y la medicina solo podía aplicar paliativos, para que muriera dignamente y sin dolor.
Mar dejó de fumar, y ahora vive felizmente trabajando en su Centro Guadalinfo. Toma café con su amiga Olga, cada vez que pueden. Olga sigue en su Centro y ya no tiene que decirle a Mar, que fumar es un mal negocio.

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